Confesiones

Plan noche en el cine

Mi nombre es Valentina y tengo 23 años y hoy les quiero contar una de las mejores experiencias que he vivido en toda mi vida.

Cuando tenía 20 años un chico me invitó a salir, era nuestra primera cita y ambos estábamos muy nerviosos porque apenas nos estábamos conociendo y no teníamos confianza. 

Resulta que la película no estaba para nada entretenida y en la cara de él notaba que también pensaba lo mismo, yo miraba para todos los lados porque ya estaba desesperada, hasta que en esas crucé mi mirada con él y de repente sentí un corrientazo por todo el cuerpo y se que ambos sentimos esa conexión, le dije que iría al baño para ver si él entendía la indirecta y me seguía, cuando llegué todo estaba muy solo, quizás porque ya era tarde , entré al baño y cuando iba a cerrar la puerta él apareció e inmediatamente entró también.

Lo que comenzó dulce y delicado, se convirtió en un fuerte arrebato que nos tenía con las manos ansiosas ,nos empezamos a tocar y a rozar. Su forma de actuar, y esa seguridad que parecía envolverle de pronto, me excitó mucho y muy rápido.Tanto que ya lo deseaba dentro de mí. y aunque no teníamos ese tipo de confianza, no podía más y se lo pedí.

Medio segundo tardó en reaccionar. Desabrochó mi pantalón, dio un tirón para bajarlo, me giró contra la puerta del baño, liberó su pene y me penetró con el punto justo de brusquedad.

Un gemido escapó de mis labios, y a medida que intensificaban sus movimientos más altos gemía yo. Notaba cómo todo mi cuerpo escurría placer, y él rebotaba contra mi con la potencia y el ritmo perfectamente sincronizado. Hace unos minutos no me habría imaginado así con él ni en un millón de años, y ahora yo gritaba pidiendo más, más duro, más rápido, más…

Arqueé la espalda para darle mayor acceso y entendió el mensaje. Agarró mis caderas con ambas manos y bombeó llevándome tan al fondo como le era posible. Los gemidos eran cada vez más altos, y me estaba resultando realmente morboso que alguien, pasando por la puerta exterior, pudiera oírnos, o incluso desde la sala de al lado con la aburrida película de la que habíamos huido.

Después de esa maravillosa experiencia nos fuimos y decidimos que seguiríamos teniendo más encuentros de este tipo, pues ambos quedamos extasiados.